LOS ESPANTOS DEL MUNDO

En India
Según el Garudá puraná, un libro perteneciente a la tradición védica hindú, los seres humanos que cometen pecados a lo largo de su vida reencarnan en fantasmas. En dicho libro, un fantasma describe su vida a un brahmán:
Vivimos en una dimensión en la que no existen la fe en las religiones, la disciplina, el perdón, la paciencia ni el conocimiento. Nuestro alimento es el más despreciable del mundo: basura, vómito, tos y orina. Somos ignorantes y vivimos en la oscuridad.
Ser fantasma, en la religión hindú, es un verdadero y terrible castigo karmático. En la India, a los seres de este reino fantasmagórico se los llama "espíritus hambrientos", como los gaki japoneses, o "fantasmas que luchan". La diosa Kali se suele rodear de una corte de fantasmas. Las almas de los seiscientos hijos del rey Sagar vagaron como fantasmas hasta que terminara por completo el ritual que su padre había iniciado. El Budismo hindú también admite fantasmas, las distintas clases de preta.

[editar] En Venezuela

El Silbón, según la leyenda, es el fantasma de un joven que asesinó a su padre y por ello está condenado a vagar como alma en pena eternamente cargando un saco lleno con los huesos de su padre. Se le llama así por su característico silbido, semejante a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si en este orden subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando su silbido se escucha cerca no hay peligro, ya que el silbón está lejos, pero, si se escucha lejos, es porque se encuentra muy cerca. Además, escuchar su silbido es presagio de la propia muerte. Según una de las versiones de la historia El Silbón se presenta en las casas de noche a contar los huesos que lleva en el saco. Si nadie lo escucha, no hay peligro. Se dice que si una persona escucha el silbido debe hacerse la señal de la cruz, persignarse e irse inmediatamente.
En Paises Bajos

The Flying Dutchman ("El holandés errante", por Albert Pinkham Ryder
  • El holandés errante. Se trata de una leyenda del siglo XVII en la que un capitán de navío neerlandés, Hendrik van der Decken, desafía la ira de Dios y es condenado a navegar por la inmensidad del océano eternamente causando la muerte de todos los que ven la nave fantasma. Puede ser una leyenda muy antigua, pues ya aparece en el mito griego de Glauco. Aunque la historia es la misma, el capitán recibe otros nombres: Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten, etc. La versión más conocida y clásica es sobre el capitán Vanderdecken; cuando su nave queda atrapada en una fuerte tormenta en el Cabo de Buena Esperanza (Africa del Sur), los pasajeros le pidieron ir a puerto para salvar sus vidas pero él se negó y se ató al timón diciendo a voz en grito cantos sacrílegos. La tripulación preocupada por su conducta se amotinó, pero Vanderdecken arrojó al principal instigador por la borda y los demás comenzaron a rezar, y en respuesta a las plegarias y súplicas, las nubes se abrieron y una fuerte luz iluminó la proa, se llevó a los que rezaron y una voz dijo: "Ya que gozas con los sufrimientos de los demás, a partir de ahora serás condenado a recorrer el océano para siempre, en medio de tempestades y ocasionando la muerte de todos los que te vean". Además se alimentaría de hierros al rojo vivo, bebería hiel y su única compañía sería un demonio como grumete con piel de tigre y piel de lija. Otros dicen que su origen es una saga escandinava en que un tal Stote vikingo, que robó un anillo a sus dioses, fue hallado muerto y cubierto con un manto de fuego, sentado el palo mayor de una nave negra. Otros dicen que todo se origina en las aventuras del portugués Bartolomé Dias, que descubrió el Cabo de Buena Esperanza en 1488, o que proviene del mito de Caín. Una segunda versión de la leyenda habla del capitán Von Felkenberg, que jugó su alma al diablo en una partida de dados y perdió, vagando por toda la eternidad, condena peor que ir al mismo infierno. La tercera versión lo identifica con otro capitán, Bernard Fokke, al mando del buque Libera Nos, tan famoso por su rapidez entre Holanda y Java que algunos creían que tenía un pacto con el diablo. Se dice que juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta haber doblado el Cabo de Buena Esperanza, aunque le costase llegar al Juicio Final. En cuanto a las fechas en que ocurrió, se ha hablado de 1641, de 1680 y de 1729. Lo cierto es que la referencia más antigua de haber avistado el barco y sus devastadores efectos data de 1702. Fue avistado también en 11 de junio de 1881 y el almirante Karl Doeniz lo vio en Suez durante la II Guerra Mundial. De todo hay referencia escrita. Otros barcos fantasmas no holandeses han sido el estadounidense Palatine, el chileno Caleuche y el inglés Gobin.